La sociedad debe abandonar la idea de que la obesidad infantil es solo un problema estético, hay que empezar a considerarla como una enfermedad en toda regla debido a la cantidad de enfermedades que provoca a corto y largo plazo. Para muchas familias, el tener un hijo gordito es una señal de que el niño está lleno de salud. Sin embargo los expertos en nutrición no están de acuerdo con esta idea, sino que afirman que lo que interesa no es que el niño esté gordo o delgado, lo que importa es que esté sano. ¿Cómo sabemos si nuestro hijo está sano? Fácilmente, calculando que no supere en más de un 20 % su peso ideal.
Peso ideal de un niño (2-5 años) = EDAD (AÑOS) x 2 + 8 Ejemplo: para saber cuánto debe pesar, de media, un niño de cinco años, multiplica la edad (5) por 2 y suma 8 |
Por lo tanto, es de suma importancia concienciar a la sociedad de los riesgos que puede acarrear el padecer sobrepeso desde una edad temprana. Entre estos problemas se destacaría la alta posibilidad de padecer una diabetes tipo 2 (el 80% de los casos de este tipo de enfermedad se da en pacientes obesos) y, por supuesto, los problemas cardiovasculares (un 70% de los mismos los padecen los individuos con sobrepeso).
CAMPAÑA “TODO EMPIEZA POR TI”
Los niños no son los únicos culpables de la situación que se vive actualmente en una sociedad en la que, según datos de la Organización Mundial de la Salud, aproximadamente 20 millones de menores de 5 años padecen obesidad. Uno de los factores agravantes de esta situación es la actuación paterna, sobretodo de las parejas con hijos que, al no poder dedicar tiempo a la comida de su pequeño, lo abandonan a una dieta basada en comidas preparadas y alimentos ricos en grasa pero que, por otro lado, son sencillos de preparar y baratos de adquirir.
Por ello desde Ectoplasma pretendemos concienciar a este grupo social haciéndoles entender que todo empieza por ellos, y que, si quieren que su hijo conste de buena salud en un futuro, deberán adquirir nuevos comportamientos de conducta que luego puedan enseñar a los niños. La campaña se basa en la idea de “Si no lo haces por ti, hazlo por tu hijo”.
Los progenitores deben adquirir unas determinadas responsabilidades desde el nacimiento de su hijo. Para empezar, deben entender que el paladar de un niño debe formarse desde su nacimiento, por lo que deben hacer que el pequeño pruebe el mayor número de alimentos posibles (siempre que vayan acorde con su edad) para que se acostumbre a ellos y no le disgusten cuando tenga una edad mayor. Es necesario entender que el paladar humano puede necesitar (según varios expertos) probar un alimento de 5 a 20 veces para acostumbrarse a su sabor, por lo que los padres deben insistir a la hora de que su hijo coma un determinado alimento. El problema que se puede observar es que muchas veces los adultos asumen muy rápidamente que una comida no gusta a sus hijos, ya que tampoco les gusta a ellos (y por lo tanto les parece algo normal).
Los padres tienen una gran responsabilidad en relación a la comida, ya que deben crear buenos hábitos para el niño. Sin embargo, estas costumbres deben nacer del compromiso de los adultos, no podemos pretender que nuestro hijo coma un alimento que nosotros desechamos y el cual no nos ha visto ingerir nunca; lógicamente el niño lo desechará . En definitiva, los padres deberán concienciarse de que todo empieza por ellos y de que son los primeros que deben dar ejemplo estableciendo un régimen adecuado desde la más tierna infancia de su hijo.
A su vez, los padres que trabajan fuera de casa deben evitar la adquisición de alimentos que puedan ser perjudiciales para los niños, ya que en la ausencia de adultos el niño (de entre 8 y 12 años) podrá conseguir ese alimento sin el permiso de sus padres. sS se evita la tentación se evita el problema.
Los responsables de la salud de nuestros hijos son los padres con una franja de edad mayoritaria entre los 30 y 45 años. Ellos tienen el poder de reconducir la alimentación de sus hijos, en función de la demostrada práctica de imitación que poseen los más jóvenes. Por ello se proponen también las siguientes acciones sociales:
- Extender la labor que realizan las escuelas de padres dentro de las grandes empresas, fomentando la concienciación de los padres a través de charlas y actividades formativas dentro de las propias empresas en relación a la alimentación de sus hijos.
- Ayudas por parte de las empresas para que los padres (especialmente los hombres) puedan aprovecharse de reducción de jornadas semanales durante los primeros años de vida de su hijo, algo que sólo el 6% de los padres han pedido en el último año como demuestra el informe sobre el impacto de la conciliación familiar y laboral en el bienestar de la infancia, elaborado recientemente por la Fundación Más Familia y el observatorio EFR, presentado a finales de este mes de marzo.
- Llevar a cabo campañas mensuales de concienciación de alimentos saludables en los colegios, repartiendo bocadillos de jamón u otros alimentos reconocidamente saludables como piezas de fruta, donde la promoción de algún tipo de marca entre la comunidad educativa podría compensar el gasto provocado por la preparación de estas campañas.
Uno de los problemas por los que muchos padres prefieren alimentar a sus hijos con productos ya elaborados es por la falta de tiempo, la reducción de la jornada laboral ayudaría así a que estos tuvieran más tiempo para preparar a sus hijos dietas más equilibradas. Aunque parezca una tontería, el simple hecho de preparar un bocadillo resulta más costoso que dar a su hijo una pieza de bollería más elaborada, y una de las características de la familia moderna es la falta de tiempo. La reducción (aunque fuera media hora por día de trabajo) de la jornada laboral durante los primeros 3 años de vida del hijo, sería muy beneficioso para este tipo de prácticas. En este sentido, el gobierno podría imponer un pequeño impuesto sobre los productos considerados perjudiciales para la salud de nuestros hijos, como ya hace con el tabaco, y con ello, pagar en todo o parte a las empresas que lleven a cabo estas prácticas de conciliación, además de estableciendo acuerdos donde el gobierno abonase a las empresas que pusieran en práctica estos hábitos de conciliación familiar, una compensación en función de las horas que el empleado está fuera de su puesto de trabajo.
(fragmento del video super size me)
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